miércoles, 10 de octubre de 2012

Metáfora de nuestro amor basada en un castillo

Lento y con buenos ladrillos ibas construyendo el castillo. Parabas la construcción cuando querías, y si estabas sin nada que hacer, la volvias a continuar. Si te aburrías te encargabas de derribar, de destruir, de pulverizar, y de hacer lo que se te diera ganas con esos ladrillos... fueran tuyos o fueran míos.
A veces parabas la construcción por meses, y volvías  apostando todo y prometiendo nuevos materiales para que el castillo sea mas estable, duradero y estructurado. Volvías con ladrillos cada vez mas finos y delicados... ladrillos que yo ya había visto, esos pequeños ladrillitos que ya conocía de principio a fin. Y cada vez que te ibas se sentía mas la caída del pobre castillo.
Me había cansado de construir para que siempre se derrumbe ese ingenuo castillo.
Pero como siempre mi cansancio era muy débil. Siempre intentaba otra cosa, pero el constante optimismo era una idiotez. Intentaba construir puentes y, de la nada, construías grandes muros.
¿No te cansabas de modificar tantas veces los planes del pobre castillito?. ¿Te divertía construir y destruir?. ¿No invertías mucho tiempo para nada?.
A pesar de todos sus heridas, todas sus marcas de cañonazos  de ladrillos partidos, de habitaciones no terminadas y otras destruidas, a pesar de no tener puertas ni ventanas, a pesar de estar solo en la nada... a pesar de todo eso, sigo pensando que fue el castillo mas lindo que se pudo haber creado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario